10 de febrero de 2017

"Olvida el Juego™. Disfruta el juego."

Con motivo de la publicación del libro “The Art Of Vampire: The Masquerade”, Robert "Rob" Hatch, director del antiguo proyecto de Vampiro: La Mascarada y desarrollador de ese juego junto a Mark Rein-Hagen y alguno más, escribió un breve texto sobre lo que había llegado a ser Vampiro y su franquicia. Resultó ser un artículo muy contundente, dejándole las cosas claras tanto a la editorial como a determinados tipo de fans. Como incondicional de Vampiro, encuentro a veces difícil explicar qué es lo que nos encontramos los jugadores que conocimos el juego a finales de los 90, al compararlo con todo lo que vino después, y que ha sido tan diferente (aunque aquí el sr. Hatch ya lo perfila).
Ese texto no ha aparecido nunca (que yo sepa) en castellano, así que aquí intento ofreceros una traducción propia y modesta, salvo de algún fragmento poco significativo (mayormente, alguna línea en la que hace referencia al libro en cuestión en vez de al juego en general). Os lo dejo a continuación. Que lo disfrutéis.


Vampiro: La Mascarada es, primero y ante todo, un juego sobre el tono. Es demasiado fácil de perder de vista tras el millonésimo primer suplemento detallando el millonésimo rompeculos de cuarta generación (sabes, de esa generación que supuestamente comprendería sólo un par de docenas o así de miembros supervivientes) con nueves en todo y todas las Disciplinas publicadas en cualquiera de los 999.998 libros. De alguna manera, pienso que el sentido del juego ha sido tragado por su propio éxito. Después de definir cada rincón y recoveco, cada regla, cada línea de sangre endogámica y cada codicilo especial y cada subtipo numerado a lo wargame de un mundo que debería estar ostensiblemente rodeado de nieblas y sombras y posibilidades infinitas, es difícil recordar que los vampiros dan sustito, están más allá del bien y del mal, no están sujetos a nuestras interpretaciones o reglas, y son simplemente un infierno entero de deleitable diversión (¿Y a quién le importan un cojón los porcentajes, los números y los dados?).

 Si te vas a pillar este libro de arte porque te gustan las imágenes o porque algo de estas páginas te ha saltado a los ojos, bien por ti. (…) Si te vas a pillar este libro de arte porque simplemente tienes que tener cada unidad de la Gran Franquicia White Wolf™, vale. Voy a pillar tu dinero igual. Pero creo que te estás perdiendo el sentido.

Cada uno de los vampiros ilustrados en estas páginas comienza como un producto de la imaginación en el ojo de la mente de un artista. Cada uno de estos vampiros en última instancia camina solo, a través de un panorama personal y condensado. Los clanes, las sectas, las Tradiciones, las reglas, el Juego™… Humo y espejos, nieblas y sombras, un teatro de títeres parcialmente real a través del cual tú, el vampiro, puedas caminar y, tengo la esperanza, tal vez soñar.


Cuando los directores de arte y mi supervisor me pidieron que escribiera este pequeño trozo de paja para el libro de arte, me pidieron que definiera el “significado” de Vampiro: La Mascarada. Bueno, sabes, me puedo comer y comer el tarro con qué representa para mí, pero no tengo ninguna pista sobre qué significará para ti. Un vampiro es un icono cultural, supongo, o una representación de algo indefinible que sale reptando del inconsciente llevando colmillos y una capa… Pero en última instancia, si esto es un juego narrativo de horror personal o cualquiera que sea el eslogan de esta semana, Vampiro: La Mascarada es cualquier cosa que tú, el individuo, quieras que sea.


Y pienso que esto es lo que me obliga a hacer un libro de arte. Me arranca los números y los nombres de los clanes y los personajes-tipo-cliché-que-son
-simplemente-iguales-que-todos-los-demás-personajes (...). No hay dos ilustraciones precisamente iguales (...), lo cual mola, porque lo mismo no se puede decir de muchos así llamados “personajes”. Cada imagen me recuerda que, menos mal, no todos los aspectos de este Mundo de Tinieblas pueden ser definidos y codificados y constreñidos a números simplemente para que algún niñato y su “personaje” hijoputa de corazón de piedra pueda tirar un montón de dados y matarlo (¡Jo, jo!).

 
Así que, dicho esto (…) Oye la lluvia en los tejados de zinc corrugado bajo los cuales se conspiran planes con milenios de edad. Ve las retorcidas sombras como gárgolas bailar en las paredes desmenuzadas. Huele el hedor de innominados vapores surgiendo de laberintos ctónicos en alcantarillas imposiblemente intrincadas. Siente como tu piel se vuelve fría para siempre o se acelera con sangre robada. Por encima de todo, imagínatelo como si tú estuvieras allí, entre paisajes destrozados y ritos de sangre y máscaras predatorias. Tú no eres de números. No importa cuales son tus poderes. No tienes un libro de reglas que te lo cuente todo. No entiendes todo lo que está pasando e, irónicamente, eso te hace sentir que vives otra vez.

Olvida las reglas. Disfruta no sabiendo qué está ahí fuera en la oscuridad. Olvida los números. Disfruta el tono. Olvida el Juego™. Disfruta el juego.

Rob Hatch, en el libro The Art Of Vampire: The Masquerade, 1998.

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